“No nací en cuna de oro, nací en cuna de hule” | TELEDIEZ

LA HISTORIA DETRÁS DEL ABOGADO “ANIMAL PRINT” “No nací en cuna de oro,nací en cuna de hule” Valentín Domínguez tiene hoy 32 años. Dice que no tuvo una vida fácil antes de ser el “abogado exitoso” como se define ahora. Pasó vicisitudes porque proviene...

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“No nací en cuna de oro, nací en cuna de hule”

Publicado por: Rodrigo
06/22/2020 08:06 AM
Valentín Domínguez cuando era lustrabotas, cuando se recibió de abogado y con su pintoresco “look” que lo volvió tendencia.
Valentín Domínguez cuando era lustrabotas, cuando se recibió de abogado y con su pintoresco “look” que lo volvió tendencia.

LA HISTORIA DETRÁS DEL ABOGADO “ANIMAL PRINT”

“No nací en cuna de oro,
nací en cuna de hule”

Valentín Domínguez tiene hoy 32 años. Dice que no tuvo una vida fácil antes de ser el “abogado exitoso” como se define ahora. Pasó vicisitudes porque proviene de una vida familiar numerosa y extremadamente humilde. Su mamá vendía comidas. Y su padre era canillita antes de ser un reconocido "cafetero" del Palacio de Justicia.
Son diez hermanos y desde pequeños tuvieron que salir a trabajar para llevar el sustento al hogar. Algunos vendían diarios con el padre, otros acercaban viandas con la madre. Y Valentín era lustrabotas en el Palacio de Justicia, a la par que seguía sus estudios primarios en la escuela Juan León Mallorquín.
“No nací en cuna de oro, nací en cuna de hule” dice. Esa cuna era el populoso Bañado Tacumbú, ese conglomerado de pobres donde la pobreza hace causa común con la miseria. Y con frecuencia con la inundación.
“Crecimos con mis hermanos en medio de la marginalidad; en medio de la violencia, las drogas, los homicidios y, sobre todo, en medio de la pobreza extrema”. Valentín cuenta que estas situaciones lo marcaron a fuego. Pero que supo superar etapas y ganarse la vida.
De ser lustrabotas pasó a ser ordenanza. Fue también ujier, luego fotocopiador, anillador y hasta ascensorista. Dice que el Palacio de Justicia puede ser considerado su segunda casa.
Pero tiempo después fue policía. Un lío que tuvo estando “de servicio” dio un giro a su vida. Corría el año 2011 y el diario ABC publica en abril de ese año que 26 policías fueron dados de baja por diversas faltas como asalto, extorsión, sustracción, tráfico de marihuana y homicidio. Y el nombre de Valentín Domínguez aparecía entre los dados “de baja”. En ese entonces era suboficial ayudante.
“La persona que me denunció era un microtraficante de la zona de la comisaría 4ta metropolitana, que rendía cuentas a la comisaría”, dijo. Y que a él se le acusó de “sacarle algo”. Y a raíz del caso, fue procesado. Y un mes después fue sobreseído.
Pero decidió no volver a la Policía. Esta situación fue crucial porque le hizo tomar la decisión de convertirse en “hombre de Derecho”. Estudió en una Universidad privada de Sajonia y se convirtió en el “abogado del pueblo”.
Su particularidad son sus trajes. Cuenta que el primer traje se lo regaló el fallecido ex fiscal general del Estado Aníbal Cabrera Verón, a quien Valentín le lustraba sus zapatos. Ese traje fue “personalizado” y desde ahí marcó su forma de vestir. Un extravagante look que años después le ocasionaría problemas para ingresar al Palacio de Justicia.
“La gente que se preocupa más por la forma en que uno se viste que por la corrupción de los bien vestidos", dice Valentín. Actualmente su esposa es quien “elige” que traje ponerse. Ella fue modista del Mercado 4. El matrimonio tiene 5 hijos.
Tuvo casos llamativos, “defendiendo siempre el respeto de la Constitución y las leyes”, dice. Y que se siente “la voz de los pobres” en los casos judiciales. Y que justamente, haciendo honor a ese mote de “abogado del pueblo” actualmente defiende a Oscar Duarte, más conocido como “el frutero”, quien tomó trascendencia por decidir tirar sus mercaderías antes que permitir que sean decomisadas por la Policía Municipal de Tránsito de Loma Plata.
Valentín ahora hasta toma un poco a broma el incidente, más allá de que considera injusto que alguna gente quiera “condenarlo” por su forma de vestir. “La ropa no define a la gente, simplemente marca una personalidad. Lo que verdaderamente define a la gente es el trabajo honesto, el respeto a las leyes y la solidaridad con los más necesitados. Es lo que yo procuro hacer todos los días”, dice.

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